Crónicas

Crónica 1
La interpretación de los sueños, Punto I: La bibliografía científica sobre los problemas del sueño

Demostraré que existe una técnica psicológica que permite interpretar sueños, y que, si se aplica este procedimiento, todo sueño aparece como un producto psíquico provisto de sentido al que cabe asignar un puesto determinado dentro del ajetreo anímico de la vigilia.
Intentaré, además, aclarar los procesos que dan al sueño el carácter de algo ajeno e irreconocible, y desde ellos me remontaré a la naturaleza de las fuerzas psíquicas de cuya acción conjugada o contraria nace el sueño.
A pesar de un esfuerzo más que milenario, la comprensión científica del sueño ha avanzado muy poco. Esta opinión es tan general entre los autores que parece superfluo avalarla con citas aisladas. En las obras que incluyo como bibliografía al final de este trabajo se encontrarán muchas observaciones sugerentes y un rico e interesante material sobre nuestro tema, pero poco o nada que acierte con la naturaleza del sueño o resuelva definitivamente sus enigmas.
¿Qué concepción se tuvo del sueño en las épocas iníciales de la humanidad, entre los pueblos primitivos, y qué influencia pudo ejercer el sueño sobre sus intuiciones acerca del mundo y del alma? No podremos apreciar el alcance de estos problemas y especulaciones sino después que hayamos resuelto la tarea que tenemos por delante, la «interpretación de los sueños».
En las ideas que los pueblos de la Antigüedad clásica tenían sobre el sueño resuena un eco de la concepción primitiva. Suponían que los sueños estaban en relación con el mundo de seres sobrehumanos en que ellos creían, y que traían revelaciones de dioses y demonios. Además, estaban convencidos de que contenían un mensaje importante para quien los soñaba: por regla general le anunciaban el porvenir.
La extraordinaria diversidad del contenido de los sueños y de la impresión que dejaban volvió muy difícil, formarse una concepción unitaria acerca de ellos, y obligó a establecer múltiples distingos y a crear grupos de sueños de acuerdo con su valor y su confiabilidad. El juicio que cada uno de los filósofos de la Antigüedad se formó acerca del sueño no fue independiente de la posición que estaba dispuesto a conceder a la mántica (Conjunto de prácticas mediante las cuales se trataba de adivinar el porvenir.) en general.
En dos escritos de Aristóteles se trata del sueño, este ya se ha convertido en objeto de la psicología. Se nos dice que no es envío de los dioses, no es de índole divina, sino demoníaca; en efecto, la naturaleza misma es demoníaca y no divina, vale decir: el sueño no surge de una revelación sobrenatural, sino que obedece a las leyes del espíritu humano (emparentado con la divinidad). El sueño es definido como la actividad anímica del durmiente en cuanto duerme.
Aristóteles conoce algunos de los caracteres de la vida onírica. Que el sueño amplifica pequeños estímulos que sobrevienen durante el dormir («se cree estar atravesando un fuego y abrasarse en él, cuando en verdad sólo ocurre un calentamiento insignificante de este o de aquel miembro»). De esta conducta extrae conclusión los sueños pueden revelar primeros indicios, todavía imperceptibles durante el día, de una alteración corporal incipiente.
Antes de Aristóteles los antiguos no tenían al sueño por un producto del alma soñante, sino por una inspiración de los dioses. Desde la Antigüedad, se impusieron dos corrientes opuestas de apreciación de la vida onírica que hemos de encontrar en todas las épocas. Se distinguía entre sueños veraces y valiosos, enviados al durmiente para ponerlo en guardia o anunciarle el porvenir, y sueños vanos, engañosos y nimios, cuyo propósito era precipitarlo en el error o reafirmarlo en su perdición.
La tarea de una «interpretación de los sueños» se plantea en conexión con esta alternancia en su apreciación. Puesto que de los sueños se esperaba obtener importantes esclarecimientos, pero no todos eran directamente comprensibles, y no podía saberse si un sueño determinado, incomprensible, no anunciaba sin embargo algo importante, tenía que nacer el empeño por remplazar el contenido incomprensible del sueño por otro trasparente y, por tanto, pleno de significado. En la Antigüedad tardía se consideró como la máxima autoridad en interpretación de sueños a Artemidoro Daldiano, cuya minuciosa obra (Oneirocritical) ha de resarcirnos de los escritos del mismo tenor que por desgracia se han perdido.
Concepción precientífica de los antiguos sobre el sueño armonizaba con su cosmovisión general, que solía proyectar al mundo exterior como realidad aquello que sólo la tenía dentro de la vida anímica. El modo en que muchas escuelas filosóficas, como la de Schelling, aprecian la vida onírica es una clara supervivencia del carácter divino del sueño, indiscutido en la Antigüedad. Tampoco ha terminado la controversia sobre la virtud adivinatoria del sueño en cuanto anunciador del porvenir: los intentos de explicación psicológica no bastan para dominar el material reunido, no importa cuán definidamente las simpatías de quienes han abrazado el pensamiento científico se inclinen por rechazar semejante tesis.
Muy difícil es escribir una historia de nuestro conocimiento científico sobre los problemas oníricos. La razón es que, en él no se observa progreso alguno siguiendo líneas determinadas. No se ha llegado a la formación de una infraestructura de resultados seguros, sobre la cual pudiera seguir construyendo un investigador que viniese después, sino que cada autor acomete los mismos problemas por así decir desde el principio. Por eso he preferido exponer los temas en lugar de seguir a los autores, y con relación a cada uno de los problemas oníricos mencionaré el material que para su solución contenga la bibliografía.
Hasta hace muy poco, la mayoría de los autores se veían movidos a tratar juntos el dormir y el soñar, añadiendo por regla general la consideración de estados análogos que abundan en la psicopatología, así como procesos semejantes al sueño (v. gr., las alucinaciones, visiones, etc.): en los trabajos más recientes se advierte el esfuerzo por restringir el tema y tomar como objeto, por ejemplo, un problema particular del ámbito de la vida onírica. Quiero ver en este cambio una expresión del convencimiento de que en asuntos tan oscuros no es lícito buscar ilustración y acuerdo sino mediante una serie de investigaciones de detalle. No otra cosa que una de estas, y por cierto de naturaleza psicológica especializada, es lo que puedo ofrecer aquí. Poca ocasión he tenido de ocuparme del problema del dormir, pues es esencialmente fisiológico, aunque en las características del estado del dormir tiene que estar contenida la alteración de las condiciones de funcionamiento del aparato psíquico. Por eso hemos omitido también la bibliografía sobre el dormir.

El interés científico por los fenómenos oníricos lleva a plantearse los problemas que a continuación trataremos, y que en parte se superponen.


Crónica 2
Punto A: Relación del sueño con  la vida de vigilia
           
            En este apartado Freud se propone dilucidar el tipo de relación existente entre el sueño y la vigilia. Para ello recopila y cita distintos autores que le permiten aproximar una primera hipótesis.
            Según él existirían 2 relaciones posibles entre ambos estados. Por un lado, gran parte de los autores se inclinan a pensar al sueño como un corte con la vigilia. Por el otro, otros tantos conciben al sueño como una continuación de la vigilia. A continuación desarrollaré ambas conceptualizaciones:
a) El sueño permite un corte con la realidad, estricto retraimiento o aislamiento de la vida de vigilia. "... nunca se retoma la vida diurna con sus esfuerzos y goces, sus alegrías y dolores; más bien el sueño se propone liberarnos de ella" [1]
 b) El sueño es una continuación de la vida de vigilia, existe un perpetuo entrelazamiento entre ambos. "Una observación precisa hallará casi siempre el hilo por el cual el sueño se anuda con las vivencias del día anterior"[2] "(...) con la mayor frecuencia soñamos con las cosas a que están dirigidas nuestras pasiones más ardientes"[3]  Además, Freud toma una cita en la que se menciona que durante el sueño se filtran "apetitos y repugnancias" que durante la vigilia se mantienen dormidos. Lo señalo como posible antecedente de conceptualizaciones que desarrollara más adelante. Para ejemplificar este tipo de relación también tomó un pasaje del poema “De rerum natura(al final del texto se encuentra citado, junto con el link para hallar el poema completo)
            Freud finaliza el apartado planteando que parecería que el  acuerdo entre estas dos posturas es insoluble.

-Freud separa el dormir del sueño, se interesa por el estudio de este último
Cita ampliada Freud punto A (http://www.cervantesvirtual.com/obra/de-la-naturaleza-de-las-cosas-poema-en-seis-cantos--0/)
Después de la comida viene el sueño,
Porque el efecto que produce el aire,
Ese mismo produce el alimento
Cuando se va escondiendo por las venas;
Y aquel sopor es mucho más profundo
Que se sigue a la hartura, o la fatiga,
Pues trastorna ésta más los elementos,
Deja el alma encerrada por adentro
Y la echa más copiosa y dividida,
Y la desune más entre sí misma.
Y aquello en que más uno se ha ocupado,
Y en las cosas que más se ha detenido
Y en que más atención hubiese puesto,
Eso mismo en el sueño nos parece
Hacer por lo común; los abogados
Defienden causas, e interpretan leyes;
Combates dan y asaltos los caudillos;
Con los vientos se baten los pilotos;
Yo mismo no interrumpo mi trabajo,
Y siempre busco la naturaleza,
Y encontrada, a mi patria la declaro.
De este modo las otras facultades
Y los estudios de ordinario ocupan
En sueños a los hombres con engaños.

Crónica 3
Punto B: El material del sueño. La memoria en el sueño

El material del sueño proviene de lo vivenciado en la vigilia y por lo tanto es reproducido, recordado en el sueño.
El nexo entre el contenido del sueño y la vigilia, implica una labor, no es de fácil acceso a la conciencia. No basta una comparación del sueño con la vida de vigilia para evidenciar la relación entre ambos.
La falta de traducción proviene de tres peculiaridades.

1-Lo que surge en los sueños se siente ajeno. En el contenido del sueño aparece un material que no se reconoce como perteneciente a nuestra experiencia.
Freud toma relatos de sueños, uno de ellos, el de Delboeuf (sueño de las lagartijas). Pensamos a partir del mismo en la atemporalidad del inconsciente, y el tiempo cronológico, en relación a que estuvo dieciséis años para tener un efecto de resignificación. Un significante que tarda dieciséis años en llegar, y pensamos que nuestro acto como analistas es llamar a ese significante para que advenga.
Luego se comenta el sueño de Maury, con la palabra Mussidan.
En los sueños hay material que el paciente no sabe que tiene. El sueño testimonia poseer conocimientos y recuerdos de los que el sujeto no tiene la menor sospecha en su vida despierta.
Comentamos brevemente el sueño del aguardiente polaco que Freud toma de un paciente.
Luego Freud relata un sueño propio.  A la izquierda veía un espacio oscuro con esculturas grotescas, tal espacio era el acceso a una cervecería. Recuerda un viaje a Padua, en donde se dirigía a una Iglesia de la Madonna de la  dell´Arena con objeto de admirar los frescos de Giotto. (Se buscó la referencia en Internet de esa Iglesia y del lado izquierdo los frescos representan los vicios)
2- la relación del sueño con la vida infantil.
Una de las fuentes de las que el sueño extrae el material que reproduce, y en parte aquel que en la actividad despierta no es recordado ni utilizado, es la vida infantil.
El dominio del sueño sobre el material infantil da ocasión al nacimiento de sueños hipermnésicos.
Comentamos el sueño de Maury del puente.
Situamos en este punto un antecedente de la condensación.
3- en el sueño se recuerda, no, lo más importante, sino lo más indiferente y nimio.
Lo insignificante, significa.
Freud se dirige al sujeto, “usted sabe”, en tanto ese es un saber a producirse, efecto de la operatoria freudiana, en lo que el paciente no sabe que sabe, estatuto del saber inconsciente.
Debatimos en el equipo acerca del sueño de la joven homosexual, sueño en el que ella está casada, y se lo cuenta a Freud, siendo el casamiento aquello a lo que apuntaban Freud y su padre. Freud, de este modo, queda engañado.
Se señala que Lacan lo toma, y dice que la engañada había sido ella, quien actúa el engaño, engañando a Freud en la transferencia.
Pensamos los actos del analista como catalizador para que algo surja. El analizante se sirve del deseo del analista.
Cada quien ubica su propio deseo de analista según su trama edípica.
En el equipo dialogamos acerca de qué les sucede a los analistas con la interpretación de los sueños en la conducción de una cura. También surge la pregunta sobre ¿cómo hacer aparecer la otra escena? en tanto el sueño como encubridor.

Crónica 4
Punto C: Estímulos y fuentes del sueño

Lo que ha de entenderse por estímulos y fuentes del sueño, tras la fachada de estos conceptos se oculta una teoría que aprehende los sueños como consecuencia de una perturbación en el dormir. No se habría soñado si algo perturbante no hubiera surgido en el dormir, y el sueño es la reacción frente a esa perturbación.
Para la ciencia se plantea la cuestión ¿El estímulo de los sueños es siempre el mismo o puede ser múltiple?
La mayoría de los autores parecen suponer que las causas de la perturbación en el dormir, pueden ser de diverso tipo, que tanto estímulos corporales como excitaciones anímicas pueden desempeñar un papel en la excitación de los sueños.
Clases de fuentes del sueño.
1)     Excitación sensorial exterior (objetiva) 
2)     Excitación sensorial interior(subjetiva)
3)     Estímulo corporal interno (orgánico)
4)      Fuente de estímulo  puramente  psíquicas
No podemos mantener completamente alejados los estímulos de nuestros órganos sensoriales,  ni suprimir por completo la excitabilidad de estos.
Los estímulos sensoriales que nos llegan durante el dormir muy bien pueden convertirse en fuentes de sueños. Se comprobó al despertar y un tramo del contenido del sueño concuerdan  tan bien que puede reconocerse en el estímulo la fuente del sueño.
Muchos autores han observado como el sueño entreteje en sus producciones un impresión repentina proveniente del mundo sensorial, convirtiéndola en una catástrofe que se ha ido preparando poco a poco.
El estímulo que impresiona los sentidos durante el dormir no emerge en el sueño en su figura real, sino que es remplazado por alguna otra representación que mantiene con él una relación cualquiera.
Podemos conjeturar que la estimulación sensorial objetiva que sobreviene durante el dormir desempeña solo un modesto papel en cuanto fuente de los sueños, y que son otros los factores que determinan la elección de las imágenes mnémicas evocada.

Crónica 5
Punto C, apartado 2: Excitación sensorial interior (subjetiva)

Freud afirma que es preciso aceptar que el papel durante las excitaciones sensoriales objetivas sobrevenidas durante el dormir ha quedado establecido de manera indiscutible en cuanto fuente del sueño, y si estos estímulos, por su naturaleza y su frecuencia, parecen quizá insuficientes para explicar todas las imágenes oníricas, lo indicado será buscar otras fuentes del sueño pero que operen como de manera análoga.
Afirma ignorar donde nació por primera vez la idea de considerar, junto a los estímulos sensoriales exteriores, las excitaciones interiores (subjetivas) de los órganos de los sentidos (…) en todas las exposiciones más recientes de la etiología del sueño ella aparece más o menos destacada.
Cita a Wundt: (1874)”En las ilusiones oníricas desempeñan un papel esencial, según creo aquellas sensaciones subjetivas de la vista y del oído que nos son familiares en estado de vigilia, como el caos lumínico del campo visual oscuro, el zumbido o silbido de los oídos, etc. Y entre ellas en particular las excitaciones subjetivas de la retina”.
Freud continúa destacando que en cuanto fuentes de las imágenes oníricas, las excitaciones sensoriales subjetivas, tienen manifiestamente la ventaja de no depender de la contingencia exterior. La principal prueba de poder de las excitaciones sensoriales subjetivas para excitar sueños la proporcionan las ilusiones llamadas “hipnagónicas, que Johannes Müller (1826) ha descrito como “fenómenos visuales fantásticos. Son imágenes muy vívidas y cambiantes que en el período de adormecimiento suelen aparecérseles a ciertas personas de manera enteramente regular, y pueden perdurar unos momentos aún después de abiertos los ojos.
Al respecto Maury (1878) afirma que si se tiene la disposición basta caer por un segundo en ese letargo para ver una alucinación hipnagógica, después de la cual el sujeto se despabilará; y este juego puede repetirse muchas veces, hasta que el dormir le pone término. Y si el despertar no sobreviene mucho tiempo después es frecuente según Maury que puedan identificarse en el sueño las mismas imágenes que antes de dormirse habían aparecido como alucinaciones hipnagógicas. Continúa citando a Maury y refiere que el mismo señaló que otra vez, en que sentía hambre porque se había sometido a una dieta estricta, vio hipnagógicamente una fuente y una mano armada con tenedor que tomaba alimentos de ella. En sueños vio  ante  una mesa ricamente puesta y oyó el ruido que hacían los comensales con sus tenedores. A semejanza de estas imágenes también alucinaciones auditivas de palabras, nombres, etc., pueden emerger hipnagógicamente y después repetirse en el sueño como una obertura –que anuncia los leit-motiv de la ópera de la cual es el comienzo-.
Freud refiere que Lad opina, que difícilmente sobrevenga un sueño visual que  no se apoye en material provisto por los estados interiores de excitación de la retina. Si damos crédito a las observaciones de Ladd, no se podrá tener en poco la fecundidad de esta fuente subjetiva de estímulos para el sueño, pues las imágenes visuales constituyen, como es sabido el ingrediente principal de  nuestros sueños.

Punto C,  Apartado 3: Estímulo corporal interno (orgánico)

Freud en referencia a Aristóteles,  señala que el mismo declaró muy posible que en los sueños se reparase en estados patológicos incipientes, no advertidos todavía en la vigilia, y autores médicos que lejos de creer en un don profético de los sueños han admitido ese significado del sueño al menos en cuanto al anuncio de enfermedades.
Freud señala que es manifiesto que, en toda una serie de personas, perturbaciones bien precisas de los órganos internos operan como excitadores de sueños. Si se estudia  la bibliografía sobre el sueño, tampoco puede ignorarse que algunos de los autores (Maury-1878) se vieron movidos  a ocuparse de los problemas oníricos  por la influencia que sus propios estados patológicos ejercían sobre el contenido de sus sueños.
Ahora bien, reflexiona Freud, nosotros no queremos saber  a qué se deben ciertos sueños particulares, sino cuáles pueden ser las fuentes de estímulo para los sueños habituales de personas normales. Añade que lo que en la vigilia percibimos oscuramente, y solo en su cualidad, como cenestesia, a la cual, en  opinión  de los médicos, todos  los sistemas de órganos prestan su concurso, constituiría por la noche, cuando su influencia es más intensa y sus diversos componentes aislados están activos, la fuente más poderosa y al mismo tiempo la más habitual para la suscitación de representaciones oníricas. No resultaría entonces sino investigar las reglas que siguen los estímulos de órgano al trasponerse en representaciones oníricas.
En este punto citará a Krauss (1859) haciendo referencia a que le mismo señala que las sensaciones orgánicamente condicionadas pueden empero dividirse en dos series: 1) las que constituyen el talante global (cenestesia), 2) las sensaciones específicas, inmanentes a los sistemas principales del organismo vegetativo, entre las que hemos distinguido cinco grupos: a) las sensaciones musculares; b)las neumáticas; c) las gástricas; d)las sexuales, y e)las periféricas.
Freud señala que la influencia de los estímulos corporales orgánicos sobre la formación de los sueños es reconocida hoy por casi todos los autores, pero la pregunta por la ley de la relación entre ambos recibe respuestas muy  diversas y casi siempre oscuras indicaciones.
Afirma que se ha plasmado de manera bastante coincidente la interpretación de diversas formas de sueño llamadas “típicas” porque reaparecen en muchísimas personas con un contenido del todo similar. Son los conocidos sueños de despeñarse desde lo alto, de perdida de los dientes, de vuelo y de vergüenza  por andar desnudo o mal vestido. Estos últimos sueños estarían provocados simplemente por la percepción de que se han arrojado las cobijas y se yace descubierto.
Freud cuestiona estos plausibles intentos de explicación  tienen una falla manifiesta: sin mayor asidero hacen penetrar en la percepción anímica o desaparecer de ella  este o aquél grupo de sensaciones de órgano, y ello hasta lograr la constelación que sea favorable para la explicación buscada.

Crónica 6
Punto C, Apartado 4: Fuentes psíquicas del estímulo

Freud considera que tanto los intereses de la vigilia como los estímulos (interiores como exteriores), sobrevenidos en el dormir no son suficientes para explicar la etiología de los sueños. Ya que si esto fuera así se podría dar cuenta “del origen de todos los elementos de un sueño”, pero esto no se ha logrado. Además pone en duda los alcances de los intereses diurnos como fuentes psíquicas del sueño. Por lo tanto el enigma de la fuente del sueño sigue vigente.
Freud no encuentra en la bibliografía sobre el sueño explicaciones que den cuenta de la derivación del material en imágenes-representaciones tan particular en los sueños. Ante esto, refiere que la mayoría de los autores han reducido la influencia de lo psíquico en la excitación de los sueños. En este intento de desentrañar las fuentes del sueño surgen clasificaciones tales como los sueños por estímulo nervioso como los sueños por asociación. En este debate sobre las fuentes del sueño encontramos posturas intermedias como las de Wundt, quien considera que tanto estímulos psíquicos desconocidos como conocidos (intereses diurnos) como estímulos somáticos intervienen en la formación de los sueños. Por otra parte y  en otra posición Tissié  rechaza toda fuente psíquica  de estímulo y señala que “los sueños de origen absolutamente psíquico no existen”. Concluyendo en este punto, Freud anticipará que “el enigma de la formación de los sueños puede resolverse mediante el descubrimiento de una inopinada fuente psíquica de estímulos”.
En tanto, dirá que fiel al pensamiento que rige a los psiquiatras de su época, quienes se asustan ante las manifestaciones de la psique y de su propio poder, surge la concepción somática del origen de los sueños.  Pero, Freud agregará que de lo que se trata es de pensar en una causalidad que “se extiende desde  lo corporal  hasta lo anímico” y, por lo tanto, ante un fenómeno de carácter psíquico, encontraremos, una fundamentación orgánica.
En el equipo se concluye que en ese momento Freud, entonces, no desecha las nociones biologisistas, estando en la misma vía que al sostener la noción de pulsión como un concepto límite entre lo psíquico y lo somático.

Crónica 7
Punto D: ¿Por qué olvidamos el sueño una vez despiertos?

Tal como indica el título del punto D, Freud se pregunta por qué los sueños “se disipan” por la mañana. Para esbozar una posible respuesta recurre a varios autores. Los aportes de Strumpell indican que el motivo no se encuentra en una sola razón. Por una parte señala la debilidad o intencidad de la exitación psiquica que se asocian a algunas percepciones y sensaciones, aunque cabe destacar que es muy frecuente recordar lo más nimio e indiferente y olvidar las que fueron muy vívidas. Por otra parte para que se alcance una cierta magnitud mnémica, es necesario que dichas sensaciones y percepciones no permanezcan aisladas, sino que se presenten en conexiones. Dicho de otra manera, lo falto de sentido es en general dificil y raro, como la de lo confuso y desordenado. Ahora bien, en la mayoría de los sueños falta la comprensibilidad y el orden. Otro de los factores más eficaces para el olvido de los sueñpos derivan del vínculo entre sueño y vida de vigilia. Tan pronto despertamos, el mundo apremiante de los sentidos acapara nuestra atención, y las imágenes oníricas que pueden resistir su poder son las menos.
“Después de todas estas razones para el olvido, y como el propio Strumpell (1877, pág.6) lo destaca, es todavía más asombroso que retengamos en el recuerdo tanto de los sueños. Los continuados esfuerzos de los autores por discernir reglas en el recuerdo de los sueños entrañan una confesión: también aquí ha quedado algo enigmático e irresuelto. Con justicia se ha insistido recientemente en algunas particularidades del recuerdo de los sueños; por ejemplo, que un sueño que de mañana se tenía por olvidado puede recordarse en el curso del día si su contenido, aunque olvidado, es rozado casualmente por una percepción (Radestock, 1879)”





[1]  Freud, S.: La interpretación de los sueños, Tomo IV,  Amorrortu editores, Buenos Aires,  2001, pp.34
[2] ídem. pp. 34
[3] ídem. pp. 35

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